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–Las aerolíneas que operan en España han acusado más que el resto de sus homólogas europeas el golpe del coronavirus, principalmente por la dependencia del turismo y su peso en el Producto Interior Bruto, pero también han influido otros factores como la política errática del Gobierno con relación al sector, las incógnitas sobre el rescate de Air Europa y la indefinición societaria de Iberia, la antigua línea de bandera española, cuya pertenencia al grupo hispano británico IAG le deja en una situación delicada tras la salida del Reino Unido de la UE.
Los datos son descorazonadores. Entre enero y noviembre, por los aeropuertos españoles pasaron 72,2 millones de pasajeros, un 71,9% menos respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, y se espera que se acabe el conjunto del año con un descenso de en torno al 75%. Y lo más preocupante es que la tendencia empeora mes a mes desde que se levantó el confinamiento en junio. Tras un verano negro, en el que el tráfico descendió un 75% entre los meses de julio a septiembre, ambos incluidos, las restricciones impuestas por muchos países como el Reino Unido para evitar que sus ciudadanos viajen a España desembocaron en un otoño y un invierno aún peores, con descensos de viajeros procedentes del extranjero superiores al 90%.
Como consecuencia, y en contra de las profecías de los gurús que auguraron que la pandemia traería el fin de la era low cost de la aviación a favor de vuelos más ecológicos (y caros), se ha desatado una guerra de ofertas para atraer a los escasos y temerosos pasajeros que aún se pueden permitir volar. Los precios del transporte aéreo de pasajeros se desplomaron un 6,2% en el tercer trimestre ―en pleno periodo estival― respecto al mismo periodo de 2019, su mayor caída desde el ejercicio 2008, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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Articulo: RODRIGO JIMÉNEZ / EFE