A principios de abril Corea del Norte reveló un nuevo plan de camuflaje para unos de sus aviones militares más importantes: el biplano soviético Antonov An-2.
Pero en 2015 estos aviones parecen más bien salidos de una película de Indiana Jones que de la primera línea militar de un país en alerta fronteriza.
Sin embargo, este modelo soviético de aspecto arcaico, que voló por primera vez en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, tiene habilidades únicas.
Quizás por ello se fabricaron miles de estas aeronaves y se exportaron a todo el mundo, y ahora, tras décadas de producción, siguen en funcionamiento.
Además de su notablemente corto despegue y aterrizaje, el An-2 tiene una capacidad que parece imposible: puede planear como un helicóptero e incluso volar hacia atrás.
Diseñado a medida
El AN-2 fue diseñado para satisfacer las necesidades del ministerio soviético de los Bosques, tanto para rociar las cosechas como para transporte.
Su diseñador, Oleg Antonov, creó un gran biplano, de un sólo motor, con una cabina cerrada que podría transportar a 12 pasajeros o una tonelada de mercancía.
Como el AN-2 tendría que operar desde terrenos irregulares, en medio de zonas salvajes escasamente pobladas, se diseñó de una manera simple y resistente, para que pudiera despegar y aterrizar en espacios muy pequeños.
Así crearon una aeronave mucho más fácil de mantener que los helicópteros, que son mecánicamente más complejos.
Se construyeron más de 19.000 en la Unión Soviética y después en Polonia, hasta 1991, y miles más en China bajo licencia.
Incómodo y ruidoso, pero único
«La razón por la que el An-2 todavía se usa en aviación es porque realmente no hay otro avión como él», dice el escritor sobre temas de aviación Bernie Leighton, que viajó en un An-2 en Bielorusia.
«Si necesitas un avión que pueda transportar a 10 soldados, personas o cabras y que pueda despegar y aterrizar en cualquier parte, es o eso o un helicóptero», comentó.
«Pero volar en un An-2 no se parece en nada a hacerlo en cualquier aeronave moderna».
Leighton cuenta que se nota cualquier imperfección del terreno y que es muy ruidoso, sobre todo para una aeronave de un sólo motor.
«Pero hay que recordar que este avión no se construyó para la comodidad de los pasajeros», dice Leighton.
¿Y el secreto de ir hacia atrás?
Los dos conjuntos de alas del An-2 generan mucha sustentación, lo que permite el despegue en una distancia muy corta.
De hecho la velocidad mínima de vuelo de este biplano es notablemente baja: un piloto puede volar con un control total a sólo 40 km/h.
Por comparación, el motor de un un Cessna medio no puede volar a menos de 80 km/h.
Por eso los An-2 son particularmente populares en las escuelas de parapente y paracaidismo.
Esta capacidad también significa que este avión puede planear como un helicóptero, un truco que les encanta hacer a los pilotos de los An-2 durante las exhibiciones de vuelo.
Para lograrlo, el piloto vuela hacia un viento en contra, y si la corriente es lo suficientemente fuerte, esta maniobra puede hacer que el avión vuele lentamente hacia atrás, mientras el piloto permanece en control.
Un diseño impresionante
La clave de la capacidad del An-2 para planear, e incluso para volar hacia atrás, está en las «superficies de control» que tiene en las alas.
En la parte de delante hay unos paneles aerodinámicos flexibles, llamados en inglés leading edge slats, que se despliegan sobre todo en el momento de aterrizaje, ya que incrementan la resistencia al viento y disminuyen la velocidad de la aeronave.
Otros paneles similares situados en la parte de atrás de las alas se utilizan también para disminuir la velocidad pero además aumentan la sustentabilidad del avión, al modificar la forma del ala.
En el modelo del An-2 esos paneles son tan largos como la parte de atrás de las alas de abajo, y también en las de arriba.
Esto genera mucha sustentabilidad a una velocidad ridículamente baja.
«Si tienes un viento lo suficientemente fuerte, digamos que de 15 o 20 nudos, puedes planear como un helicóptero», dice Bill Leary, gerente de vuelo del club británico UK An-2.
Leary lleva 14 años pilotando un An-2 húngaro y describe la experiencia como algo «muy físico».
«Necesitas los músculos de un herrero».
El An-2 es un avión que «quiere» volar y hace falta muy poco esfuerzo para moverlo hacia arriba, decribe.
Pero después necesitas muchísimo esfuero físico para hacerlo girar.
El An-2 no tiene computadoras que muevan las superficies, como un moderno Boeing o Airbus, y ni siquiera dispone de dirección hidráulica, que facilita el movimiento.
«Todo depende de cables, barras y fuerza humana».
Si el An-2 hubiera sido diseñado y contruido desde el otro lado del muro de Berlín, su diseño duradero y resistente podría haberlo convertido en un avión mucho más famoso de lo que es hoy en día.
No es una aeronave cómoda, pero es extremadamente segura.
Y, sobre todo, este humilde aparato volador tiene la capacidad brillante de volar hacia atrás, que lo sitúa en una liga aparte.
Fuente: BBC