¿Lloras más viendo una película en un avión que en tu casa? No es algo tan inusual. Volar en avión afecta a nuestra mente, alterando nuestras emociones. Así, nuestro cuerpo también cambia de diversas maneras cuando viaja en avión a 10.000 metros de altitud.
Volar en avión nos afecta física y mentalmente, y hay diversos factores que influyen. Empecemos por lo que se ha denominado por alguna aerolínea como “advertencias de salud emocional“.
Según un reportaje publicado por Richard Gray en la BBC, al menos un 15% de hombres alegan llorar más con las películas en los aviones que en su casa, frente a un 6% de las mujeres. Pero, ¿realmente somos más sensibles cuando volamos en avión? Parece ser que sí.
Evidentemente influye mucho el hecho de que un viaje ya de por si puede alterar nuestras emociones: estás emocionado por viajar a un nuevo país, te vas a reunir con un viejo amigo, te has tenido que despedir de alguien importante, o tu visita ha dejado huella en tu corazón. No obstante, además de los factores externos, el hecho de que estés volando a 10.000 metros de altura tiene mucho que ver.
Cada vez más investigadores se interesan por averiguar cómo afecta al cuerpo y a la mente volar en avión. Cada vez más personas optan por este medio de transporte, ya que con las aerolíneas low cost es cada vez más accesible. Esto implica que también hay una cantidad mayor de pasajeros ancianos a bordo, los más susceptibles a los efectos físicos y mentales de volar en avión.
Hay dos factores influyentes: la bajada de presión y de humedad:
- Bajada de presión: Con la altitud, baja la presión; esta bajada puede provocar que el nivel de oxígeno en sangre de un pasajero disminuya entre un 6% y 25%. Este descenso no tiene por qué preocupar a un adulto sano, pero si puede interferir con su capacidad de pensar con claridad, explica el reportaje; por este motivo, los pilotos están obligados a viajar con máscaras de oxígeno si vuelan a una altura superior a 3.810 metros. Así, a más de 2.000 metros aumenta el tiempo de reacción. Esta deficiencia de oxígeno en la sangre, conocido como hypoxia, también puede producirnos sensación de somnolencia o fatiga. Además, curiosamente se reduce nuestra capacidad para ver bien en la oscuridad, lo cuál puede ser el detonante para que te quedes dormido en el avión cuando apaguen las luces. Por último, la bajada de presión parece afectar también a nuestro sistema inmune: combinado con las bajas temperaturas del avión, necesarias para reducir el calor que desprenden los pasajeros y los dispositivos electrónicos, somos más propensos a coger infecciones a bordo.
- La baja humedad: Combinado con la bajada de tensión, la baja humedad en los aviones altera nuestro sentido del gusto: se reduce el sabor de las comidas saladas y dulces en un 30%. Así, nuestro olfato también se atrofia un poco en los aviones, quitando aún más sabor a la comida. Eso si, no es muy buena idea intentar completar la comida insípida con bebidas alcohólicas, ya que entre la baja presión y humedad se intensifican los efectos del alcohol y la resaca al día siguiente. Además de todo esto, la piel puede resecarse en un 37%; no es sorprendente que tras tres horas en un vuelo empecemos a sentirnos muy incómodos.
Y lo más curioso…las emociones
¿Alguna vez te has sentado al lado de ese pasajero que gruñe cuando le hablas? ¿O bien has sido tu ese pasajero? Con la hypoxia puede aumentar la ansiedad, incrementar la tensión, y reducir nuestros niveles de energía, haciéndonos menos amigables.
Eso si, sobre este tema aún se sabe muy poco, y otros investigadores defienden que también puede ocurrir lo contrario: volar puede hacer sentirte más feliz. Eso si, no es raro que esta sensación de felicidad se manifieste con lágrimas de alegría.
¿Por qué hay un cenicero en los aviones si no se puede fumar?
La experiencia envolvente de estar dentro de un enorme vehículo metálico volando a más de 10.000 metros de altura ya de por si es bastante impresionante. Pero si además te pones los cascos y te sumerges en una película con tu pantalla individual esta sensación se triplica, y la intimidad del momento puede volvernos especialmente sensibles, ya sea con energías positivas o negativas.
Así que la próxima vez que derrames alguna lagrima de más viendo una película romántica ya sabes, puede que tu mente este sufriendo los efectos de volar en avión por encima de las nubes.
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TICbeat