El Si2 de Solar Impulse aterrizó en Sevilla el 23 de junio en medio de su vuelta al mundo para demostrar que las energías renovables son viables.
El pasado jueves 23 de junio finalizó en Sevilla una hazaña equiparable con el viaje de Cristóbal Colón o la travesía del Atlántico de Charles Lindbergh a bordo del Espíritu de San Luis. Un aventurero del siglo XXI cruzaba el océano Atlántico desde Nueva York a la capital hispalense pilotando un avión propulsado únicamente por energía solar. Este aventurero es Bertrand Piccard y el avión es el Si2.
La construcción del Si2 fue un reto, pues al no tener la potencia de un avión normal debía ser mucho más ligero y no podía construirse con los mismos materiales. Así pues el trabajo de los ingenieros y del propio André Borschberg, uno de los pilotos, se centró, además de en el desarrollo del sistema de alimentación solar, en conseguir construir un aparato lo suficientemente ligero para que pudiese volar.
El avión está hecho de materiales ligeros como la fibra de carbono y unaespuma aislante en forma de panal de abeja. Sobre las alas, el fuselaje y la parte horizontal de la cola del avión están situadas las 17.248 células solaresque son las encargadas de captar los rayos solares y convertirlos en energía útil para el avión. La electricidad se almacena en unas baterías de litioaisladas con espuma de alta densidad, y cuyo peso no puede suponer más que un cuarto del peso total del aparato. El motor tiene la potencia de una moto pequeña y alcanza una velocidad de entre 36km/h y 140 km/h dependiendo de la altura a la que vuele. Con todo esto el peso del Si2 es de 2.300 kg, o lo que es lo mismo, como un monovolumen.
¿Cómo almacena energía durante el vuelo?
El avión debe aprovechar las horas más fuertes de sol para almacenar la electricidad en la baterías y estas son pocas horas. En cada uno de sus trayectos realiza el mismo ciclo de vuelo. Despega sobre las seis de la mañana para aprovechar que las baterías están totalmente cargadas del día anterior.
Entre el despegue y las seis de la tarde gana altura y pone los motores a máxima potencia pues el avión tiene que llegar a la capa más fina de aire donde hay pocas nubes. A pesar del gasto de energía estable, las baterías están cargándose en estas horas.
A partir de las seis de la tarde el avión llega a los 9.000 metros, su máxima altitud. Es cuando los motores comienzan a aminorar la velocidad y el avión desciende a los 1.500 metros, un proceso que dura cuatro horas y que no supone apenas gasto de electricidad.
A las diez de la noche el piloto vuelve a poner en marcha los motores que se activan gracias a la energía almacenada en la baterías durante el día. El avión vuela hasta el amanecer cuando vuelve a activarse el ciclo.
Fuente: ABC de Sevilla