Abróchense los cinturones. En estos momentos despegamos del aeropuerto de Heathrow, en Londres, y llegaremos a la estratosfera en 15 minutos. Nuestra velocidad de crucero será de Mach 5, y llegaremos a Sidney, Australia, dentro de cuatro horas. Gracias por volar con Skylon.
Podría ser lo que nos explique el personal de vuelo en unos años si llega a buen puerto el proyecto Skylon, un avión-cohete de alta velocidad para cuya construcción el gobierno británico acaba de aprobar un presupuesto inicial de 60 millones de libras.
Skylon no sólo tiene la capacidad de revolucionar los tiempos de vuelo. También puede abrir la puerta a los viajes espaciales de pasajeros. El secreto es un nuevo tipo de motores que llevan en desarrollo desde los años 50, pero que es ahora cuando están empezando a hacerse realidad gracias las investigaciones de la Agencia Espacial Europea en el programa SABRE (Synergistic Air Breathing Engine).
El motor SABRE es un Scramjet. Se trata de motores supersónicos que no necesitan oxígeno adicional para la combustión del hidrógeno líquido que usan como carburante. Eso les permite llevar mucha menos carga y volar en ausencia de aire, o sea, en el espacio.
El problema de los Scramjet es que, cuando alcanzan velocidades supersónicas, se calientan a temperaturas que pocos materiales resisten. El motor SABRE ha pasado con éxito su primera etapa de desarrollo y el responsable de Skylon, el ingeniero británico Alan Bond cree que el motor es idóneo para impulsar este prototipo de 85 metros de largo, y capacidad para 300 pasajeros, que volará a velocidades superiores a los 30.000 kilómetros por hora.
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