Desde afuera, la avioneta Cessna Caravan que despegó de un pequeño aeropuerto vecino no parecía tener nada inusual. Pero adentro, en la cabina, en el asiento derecho, un robot con un brazo mecánico y un gancho por manos piloteaba el aparato.
A su lado, un piloto humano transmitía órdenes a su colega electrónico en una tableta.
La escena fue parte de un programa conjunto del gobierno y la empresa privada que busca reemplazar los copilotos