Desde las épocas del Lloyd Aéreo Boliviano, arrinconado y hasta coartado por las ansias políticas del MAS en sus borrascosos comienzos y secuelas, las líneas aéreas civiles-comerciales de Bolivia han pugnado por establecerse, ganarse público y servirlo.
Lo han hecho la más de la veces con sacrificios financieros y márgenes de ganancia neta limitados y difícilmente mantenidos considerando que la totalidad del equipo de vuelo, y de tierra, ha sido importado, lo mismo que el adiestramiento de aviadores comerciales y técnicos, a un costo en moneda dura mayormente ahorrada por empresarios bolivianos poco menos que pioneros y desde luego conocedores de las necesidades e incluso urgencias de viaje aéreo de miles de bolivianos habitantes de docenas de localidades que hasta la fecha no cuentan con vías camineras transitables año redondo.
Es conocida la noción de que es más fácil construir una franja de aterrizaje de un kilómetro y medio de extensión, que una carretera agreste por cerros y bosques de cientos y hasta miles de kilómetros del territorio nacional de Bolivia que es el doble en extensión que el de la Francia de hoy.
El 2 de abril de 2020 representantes de la industria privada aérea boliviana pidieron formalmente y por escrito al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas que tuviese a bien y cuanto antes promulgar un Plan de Emergencia para la Aviación Civil Comercial Boliviana que beneficie a ese público tan necesitado de transporte.
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Articulo: Jorge V. Ordenes-Lavadenz