Si no llama tanto la atención que sus padres lo hayan permitido es porque se trata de algo habitual en la familia desde hace tres generaciones. Aunque no a tan temprana edad.
«Fue impresionante. Es muy difícil explicar lo que se siente. Éramos como aves sobrevolando el vecindario», manifestó Rose.
Pero al margen de lo excitante de la experiencia, el motivo de su aventura fue recaudar fondos para Eli Crossley, una amiga en común de seis años que sufre de una extraña enfermedad llamada distrofia muscular de Duchenne.
No existen tratamientos efectivos contra el mal, así que sus padres abrieron una cuenta para financiar la investigación
Fuente: Infobae