La Première es la nueva clase de Air France, que cuenta con cuatro suites con toques tweed y acabados metálicos, para una o dos personas, que se transforman en lo que quiera el pasajero, desde restaurante a despacho. Tres metros cuadrados con asientos de 77 centímetros que se transforman en cama de 2,01 metros colchón, almohada y edredón incluidos.
Todo esto acompañado con cocina de alta gama, porcelana fina, copas de champagne, productos Givenchy y 1.000 horas de entretenimiento a bordo. ¿El precio? Unos 9.000 euros el trayecto de ida y vuelta en un vuelo transatlántico. A partir de septiembre, Air France irá incorporando este servicio en 19 aeronaves Boeing 777-300, que operan las rutas de larga distancia.
Con la creación de estos espacios exclusivos y de lujo a bordo, la aerolínea aspira a relanzar su First Class. Para ello, Air France ha invertido 50 millones de euros, que se suman a los 200 millones destinados a mejorar la clase Business y al presupuesto de 250 millones para renovar la clase turista.
Según explicó Bruno Matheu, responsable de largo radio de Air France “52.000 clientes viajan en Primera Clase cada año, con un nivel de ocupación del 38%”. Más de la mitad de estas reservas tienen como destino Estados Unidos, Asia-Pacífico y África. Las rutas con mayor volumen de viajeros en Primera Clase son los enlaces de París a Nueva York y Los Ángeles que, junto con Washington, representan un tercio del total de clientes de Primera Clase de Air France.
Pese a los números rojos de los últimos años, la estrategia de Air France, junto a su socia, la holandesa KLM, ha sido apostar fuerte por la renovación de flota. En el primer trimestre del año, el más flojo en la industria aérea, el segundo grupo europeo redujo sus pérdidas netas un 5%, hasta 608 millones de euros. Los ingresos descendieron un 2,2%, hasta 5.554 millones, y el resultado bruto de explotación siguió en negativo, pero pasó de 116 a 50 millones.
Fuente: Turistica Online