Los cinco grandes grupos aéreos europeos constituyeron hoy una asociación que se pretende abierta a las otras aerolíneas para reclamar acción a la Comisión Europea y a los gobiernos en campos como las tasas aeroportuarias, la fiscalidad o la gestión del control aéreo.
Aerolíneas para Europa (A4E) es el nombre de esa nueva asociación presentada en Amsterdam por los responsables ejecutivos de IAG (que engloba a British Airways, Iberia y Vueling), Lufthansa, Air France-KLM, easyJet y Ryanair, que suponen alrededor de la mitad del tráfico aéreo del Viejo Continente.
El consejero delegado de IAG, Willy Walsh, explicó en conferencia de prensa que, desde que se anunció esta iniciativa hace seis meses, han hecho «considerables progresos» en la identificación de sus áreas de interés, que en su inmensa mayoría van en favor del pasajero-consumidor.
«Representamos el interés de todas las aerolíneas, no sólo el de las que estamos aquí», subrayó el consejero delegado de Lufthansa, Carsten Spohr, que, para dejar claro el carácter abierto de A4E, invitó a las otras compañías aéreas a que se sumen.
«No es sólo en interés de la industria», sino de «millones de pasajeros que viajan con nosotros cada día», apuntó Spohr, que hizo notar que juntar a los cinco grandes actores de la aviación, con historias y modelos económicos tan diferentes, «hubiera sido impensable hace cinco años» y es por tanto «la prueba de que el sector de la aviación ha cambiado».
La comisaria europea de Transportes, Violeta Bulc, asistió a la puesta de largo de la nueva entidad -que tendrá sede en Bruselas y estará dirigida por Thomas Reynaert- y consideró que su constitución «es un mensaje muy fuerte» para abordar los retos que afronta la aviación y su ambición de que Europa pueda ser líder.
Bulc, que explicó que la misión del Ejecutivo comunitario es «crear las condiciones para un sector fuerte», recibió una lista de tareas para las que los integrantes de A4E le pidieron que se traduzcan en hechos durante 2016.
«Esperamos acción este año», afirmó Michael O’Leary, responsable ejecutivo de la compañía irlandesa de bajo coste Ryanair, que pidió que los gobiernos pongan fin a la imposición de nuevos impuestos sobre su actividad -como el que se acaba de instaurar en Italia- y que se rebajen los existentes.
A juicio de la asociación, esos impuestos obstaculizan la creación de empleos y una mayor contribución al producto interior bruto (PIB) que podría tener el sector aéreo.
En defensa de ese argumento, aludieron a experiencias como la supresión de una tasa en Irlanda en abril de 2014, que vincularon con el rápido incremento del volumen de pasajeros y con el aumento del 8 % en el número de turistas.
Otra de las principales reclamaciones es una modificación de la directiva sobre la regulación aeroportuaria porque tras las carencias de la actual y la falta de armonización ven el aumento de los costes de operación para las compañías.
El presidente de la franco-holandesa Air France-KLM, Alexandre de Juniac, se quejó de que en los diez últimos años las tasas aeroportuarias en los 21 mayores aeropuertos europeos se han encarecido un 80 %, y hasta un 90 % si sólo se tienen en cuenta los 10 más grandes, mientras que, gracias a la desregulación, los precios de los billetes de avión han caído un 20 %.
En términos relativos, la mayor escalada de esas tasas aeroportuarias se ha producido en España (255 %), Italia (141 %) y el Reino Unido (120 %), aunque en términos absolutos las más elevadas por pasajero son las británicas (44 euros de media), las suizas (38 euros) y las alemanas (35).
O’Leary también avanzó que uno de los principales caballos de batalla de A4E será presionar para conseguir «un sistema más eficiente de control del tráfico aéreo» que reduzca su coste, con la puesta en marcha efectiva del cielo único frente a la fragmentación actual, a la que culpó de propiciar vuelos más largos y un despilfarro de carburante, con efectos medioambientales.
El «número uno» de la primera compañía europea de bajo coste consideró, además, «inaceptable» el impacto que tienen las huelgas de los controladores en el tráfico aéreo y pidió una regulación para que, entre otras cosas, cuando el paro se produce en un país no tengan que ser los vuelos en toda Europa los que lo paguen.
La nueva asociación dejará de lado cuestiones sobre las que las compañías fundadoras no tienen una posición común, como la forma de hacer frente a la competencia de las aerolíneas del Golfo Pérsico, a las que muchos acusan de competencia desleal.
Fuente: elEconomista.es