En un día soleado y tranquilo, parece fácil esconder el terror y adoptar una expresión de civilizada indiferencia. Arropados por el silencio, rodeados por gente de cierto nivel adquisitivo quejándose de naderías como el sabor de la comida y con las Tripulantes de Cabina paseando por un suelo aparentemente inmóvil, somos todos muy valientes.
El problema es cuando empiezan los botes inesperados, la presión contra el cinturón, los líquidos que pasan del vaso a la cara en décimas de segundo, los grititos ahogados y los ruidos misteriosos, como de cosas golpeando contra otras en las profundidades del avión. Ya sabemos que la carretera es más peligrosa, que las turbulencias de por sí no suponen mayor peligro… pero las estadísticas nunca han funcionado para calmar nuestros instintos irracionales. Cuando compramos lotería también nos ilusionamos por un rato: ¡a veces toca!
El piloto ha pedido a sus compañeros que señalen en un diagrama los asientos más y menos afectados del avión cuando empiezan los movimientos
En ‘Quora’, el piloto de línea Bruno Gillissen se ha sometido a preguntas y respuestas de los usuarios sobre su oficio y, tras consultar con otros tres tripulantes experimentados, ha explicado cuáles son los mejores y los peores asientos para pasajeros con miedo. Se trata de una pregunta habitual que no siempre se ha respondido de la misma manera.
Estas son las partes clave de su testimonio.
Que el piloto grite y se tape la cara suele ser mala señal. (iStock)
No apto para aprensivos
Para que no hubiera dudas, el piloto ha pedido a sus compañeros que señalen en un diagrama los asientos más y menos afectados de todo el avión cuando empiezan los característicos movimientos bruscos.
Los cuatro estamos de acuerdo en que la parte de atrás del avión es la peor. Todos los pilotos opinan lo mismo que yo
«Los cuatro estamos de acuerdo en que la parte de atrás del avión es la peor. Todos los pilotos opinan lo mismo que yo».
Piénsatelo, pues, si eres de los que tiene «respeto» a las turbulencias (llámalo como quieras, el miedo es libre), cuando encuentres una oferta jugosa para viajar en la zona trasera. Un pequeño movimiento allí se vive como un Armagedón solo que menos hollywoodiense e interesante. Lo pasarás mal y encima no podrás contarlo a tus amigos como algo heroico ni saldrás en las noticias. No te compensa. Elige esas últimas filas solo si quieres montaña rusa y viaje por el mismo precio.
¿Y los mejores? Aquí, según el hilo, hay más dudas. «Tres de los cuatro», afirma Gillissen, «estamos convencidos de que donde menos se sienten las turbulencias es delante del todo. Solo uno de ellos eligió sitios sobre las alas». También suena lógico lo de las alas, pero Bruno quita importancia a esa opinión discordante y reconoce entre líneas que es él mismo es su autor: «Las tres que han dicho sin dudar que la mejor zona es la parte frontal eran mujeres asistentes de vuelo con más experiencia».
¿Nos fiamos de ellas o del piloto, que no tiene que caminar con bandejas durante las turbulencias?
Atención, señores pasajeros
Las turbulencias son normales y rara vez han de preocuparnos. Los aviones están diseñados para sobrellevarlas sin problema.
La mayoría de las veces el motivo es la presencia de nubes de ciertos tipos, tormentas o corrientes de aire.
Casi siempre se trata de turbulencias ligeras, y no solo por las correcciones de rumbo que pueda hacer el piloto, sino porque las más severas se dan poco en la atmósfera. Solo notamos una pequeña presión contra el cinturón y los auxiliares de vuelo pueden seguir trabajando y atendiendo a nuestros requerimientos.
Para evitar que afecten demasiado, los pilotos reducen la velocidad, cambian de altitud y, sobre todo, tienen buenos informes meteorológicos recientes. Si para nosotros son relativamente inesperadas, para la tripulación casi nunca lo son.
La gran mayoría de las ocasiones, las caídas de altura que notamos son mínimas. A menudo los pasajeros creen que han experimentado una bajada de cientos de metros, pero muy rara vez son más de cinco.
Además de evitar los asientos de atrás, puedes elegir preferentemente los vuelos matutinos: suelen ser los más tranquilos. El cinturón bien fijado al cuerpo también reduce la sensación de peligro, además de ser más seguro.
Fuente: El Confidencial