El Aeropuerto Internacional de Bangor es donde aterrizan los problemas en Norteamérica.
Esta pequeña terminal aérea del estado de Maine, en la esquina noreste de Estados Unidos, recibió en los últimos 12 años más de 1.100 vuelos que tuvieron que hacer una parada no prevista en su ruta, por situaciones técnicas, médicas y problemas con los pasajeros.
El aeropuerto BGR (su código oficial) está ubicado en la llamada «puerta de Norteamérica». Es el primer punto de contacto continental para los vuelos que viajan desde las ciudades del norte de Europa hacia el sur de Canadá, la costa este de Estados Unidos y el centro de México.
La «capital» de los aterrizajes forzosos
Desde 2005, este aeropuerto ha recibido 1.170 vuelos comerciales que han aterrizado de forma inesperada cuestiones climáticas (254), problemas médicos de los pasajeros (95), dificultades técnicas (90) e incidentes de seguridad (22).
Otra causa más frecuente por la que arriban los vuelos es para recargar combustible, con 254 casos.
Es por eso que ha sido llamado la «capital» de los aterrizajes forzosos de Norteamérica.
«Es muy deseable para las líneas aéreas tener un lugar en el que aterrizar y contar con la asistencia de primera necesidad, para luego continuar con su viaje», dice el subdirector de Bangor, James Canders, a BBC Mundo.
Bangor ha visto en su pista aviones de pasajeros tan grandes como el A380 y el B747, el avión presidencial Air Force One, el ya en desaparecido Concorde y el pesado avión de carga Antonov 225.
Aunque es una terminal relativamente pequeña, su pista de 3,5 kilómetros es la más grande justo en esa región por la que llegan los grandes aviones que cruzan el Océano Atlántico.
Otros aeropuertos cercanos —Halifax, Stepehnville, Gander o Goose Bay— tienen pistas en el rango de los 3,0 a 3,3 kilómetros.
«Es el primer aeropuerto comercial con una pista suficientemente larga para la llegada de cualquier tipo de avión que se aproxime a Estados Unidos de Europa», asegura Canders.
Fuente: BBC mundo