Ir de vacaciones en avión con el perro implica para los dueños que en primer término deben averiguar muchas cosas antes de emprender el viaje, porque no hay disposiciones generales para el transporte de animales en los vuelos. «Cada compañía aérea tiene sus propias normas», dice Udo Kopernik, portavoz de la Asociación Canina Alemana.
Generalmente, los perros grandes tienen que ser registrados como equipaje especial y son transportados en la bodega de carga. Los cuadrúpedos de hasta ocho kilogramos, incluyendo la caja de transporte, muchas veces pueden ser llevados en cambio como equipaje de mano y pueden viajar en la cabina de pasajeros.
Muchas aerolíneas ofrecen la posibilidad de registrar un transporte de animales hasta 24 horas antes de la salida del vuelo. Sin embargo, lo mejor es reservar el transporte para el perro junto con el boleto, recomienda la experta en animales domésticos Birgitt Thiesmann, porque las disposiciones varían según la aerolínea.
«Algunas compañías aéreas aceptan más fácilmente a los perros que otras», dice la veterinaria Tina Hölscher. Algunas aerolíneas tienen disposiciones especiales para determinados destinos o determinadas razas, por ejemplo para perros de pelea o animales de cabeza corta, que rápidamente sufren asfixia en situaciones de estrés. Si el perro tiene que viajar en la bodega de carga, es recomendable llegar a tiempo al aeropuerto. «Esos viajeros deberían presentarse al menos 60 minutos antes de la salida», dice Klaus Gorny, portavoz de la compañía alemana Lufthansa. Además, es importante que los dueños de perros soliciten, antes de reservar el vuelo, información sobre las disposiciones de entrada y salida y las normas de protección de animales en el país de destino.
Los precios del transporte de perros dependen del tamaño del animal y de la zona de vuelo y fluctúan entre 40 y 345 dólares. Los perros guía para ciegos o personas discapacitadas generalmente pueden viajar gratis en la cabina.
«Una mantita que el perro tiene siempre en casa y su juguete favorito pueden tranquilizar al animal por el olor conocido», explica Gorny, el portavoz de Lufthansa.
Kopernik recomienda que se familiarice en casa con la caja de traslado. «Yo recomiendo que se haga agradable la estancia del perro en la caja y recompensarlo cuando entra en ella y se queda ahí para dormir», confirma también Thiesmann.
Para el transporte en la cabina, los bolsos para perros son más apropiados que las cajas de plástico porque es más fácil colocarlos debajo de los asientos. Durante el vuelo, los animales tienen que permanecer en sus cajas. En lo que se refiere a la administración de tranquilizantes, las opiniones divergen. «Desde mi punto de vista como veterinaria, lo desaconsejo con insistencia», dice Hölscher. Muchas sustancias tienen efectos secundarios extremos. «Si un can sufre un colapso circulatorio en la bodega de carga, la consecuencia puede ser un trauma», advierte la experta. Para los perros, volar significa estrés. Cuando tienen que estar en la bodega de carga, se los separa de sus personas queridas. En ese espacio extraño hace ruido y posiblemente huela a otros animales. «Eso es una carga incluso para ejemplares robustos», dice Hölscher. En ese entorno inusual, el perro tiene que arreglárselas solo. «Si se siente mal, nadie puede intervenir», advierte Thiesmann. Tampoco el personal de vuelo puede acceder a la bodega.
La situación es más problemática en los vuelos de medio y largo recorrido. Si esos vuelos ya son agotadores para los seres humanos, aún más lo son para los animales. Si tienen que hacer sus necesidades durante el vuelo, solo lo pueden hacer dentro de su caja. Sin embargo, como todos los perros se cuidan mucho de mantener limpio su sitio, probablemente solo lo hagan cuando la necesidad es muy grande», señala Kopernik.
De ser posible, el dueño no debería llevar consigo su perro en el avión. Los animales, sobre todo los grandes, aguantan mejor los largos viajes en coche.
Fuente: National Geographic en Español