Fotografía: elcomodorense.net | Resumen: Aquel vuelo 243 de Aloha Airlines fue uno de los hechos más increíbles de la aviación comercial.
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Hay historias que superan hasta la más excéntrica imaginación del más ingenioso director de cine. Tal es el caso del vuelo 243 de Aloha Airlines, que tuvo lugar hace 34 años, un 28 de abril de 1988 y que registró una de las hazañas más importantes de la aviación comercial.
Aquel jueves a las 13:20 horas, el Boeing 737-200 de Aloha Airlines, una compañía norteamericana con base en Honlulu, Hawai, estaba en pista ultimando los detalles de posicionamiento y preparación para el despegue.
El vuelo 243 había partido y comenzaba a ganar altura con 90 pasajeros y 5 miembros de tripulación. A los 21 minutos de vuelo, alcanzó la altitud crucero de 24.000 pies y se disponía a seguir su vuelo normal hasta Honolulu. Pero pasó todo lo contrario, informó Infobae.
Al alcanzar la altitud crucero, la nave sufrió una descompresión explosiva que hizo volar parte de su techo y gran parte del fuselaje lateral de la parte delantera, hasta las alas, dejando a un tercio de los pasajeros al descubierto, expuestos a los feroces vientos y a temperaturas de veinte grados (Celsius) bajo cero.
Todo estaba dado para que el metal de la aeronave siguiese quebrándose ante tanta presión. La cabina de comandantes había quedado unida al resto del avión tan sólo por los bastidores inferiores del compartimiento de carga e inclinada levemente hacia abajo. En cualquier momento podría haberse desprendido, y eso sí hubiese significado el fin de las 94 vidas que aún seguían a bordo del Boeing 737-200.
A pesar del estrépito de la explosión, y sin saber exactamente qué estaba ocurriendo, Schornsteimer logró solicitar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Kahului, otra ciudad hawaiana, y comenzó el descenso de una aeronave que a cada segundo podía quebrarse en pedazos.
Debido al daño que había sufrido el avión, los comandantes no pudieron desacelerar y se prepararon para un aterrizaje a alta velocidad, que exponía aún más la integridad del aparato y la gente a bordo al tocar tierra. Pero contra todo pronóstico, el tren de aterrizaje respondió. Schornsteimer y la co-piloto Tompinks lograron aterrizar el dañado Boeing sin problemas.
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Artículo: elcomodorense.net