Llega el avión autónomo sin piloto

La compañía BAE Systems está probando un Handley Page Jetstream 31 dotado de sistemas que le permiten no solo seguir una ruta sino también modificarla de acuerdo con el tráfico aéreo que lo rodea y la meteorología.

Para ello, el avión recibe información meteorológica vía satélite y de otras aeronaves mediante el sistema TCAS, que transmite información acerca de su posición, ruta y velocidad de cada una de ellas y es capaz de calcular si están en rumbo de colisión; también lleva cámaras que le permiten detectar otras aeronaves en caso de que éstas no transmitan señal TCAS.

 Esto va mucho más allá de los drones pilotados remotamente, que ya casi no llaman nuestra atención, los que vuelan sin piloto como los que entregan paquetes de Amazon o los que reparten medicinas en África, que en realidad se limitan a seguir una ruta preprogramada y se fían a la suerte para no chocar con nada ni encontrarse con meteorología adversa.

Una nave con ‘conciencia’

Una aeronave autónoma que esté al tanto del entorno –que tenga conciencia situacional, como se dice en términos aeronáuticos– es mucho más segura que un dron sin piloto que no está dotado de este tipo de capacidad de decisión, ya que puede reaccionar ante imprevistos.

Y aunque aún falta tiempo para que veamos aeronaves autónomas realizando servicios regulares, en la industria aeronáutica están convencidos de que no pasarán muchas décadas antes de que veamos como se extiende el uso de este tipo de aeronaves, empezando con los vuelos de carga.

La empresa de transporte urgente FedEx, por ejemplo, es dueña de una aerolínea llamada FedEx Express que con una flota de casi 700 aviones es de las más grandes del mundo, y podría beneficiarse mucho del uso de aeronaves autónomas. Por supuesto primero habrá que demostrar la seguridad de estas aeronaves autónomas, igual que está sucediendo con los coches autónomos, y después las autoridades pertinentes tendrán que autorizar su entrada en servicio. Quizás al principio obliguen a llevar algún tripulante a bordo por si hay algún fallo en los sistemas, aunque probablemente con el tiempo permitirían que vuelen sin tripulación.

Fuente: El País