Cuando se produce un accidente en carretera, un equipo de expertos acude al lugar para examinar las causas del impacto. Se fijan en datos como el deterioro de los automóviles, las marcas de frenado, los datos del coche, etc. Todo ello, hilado de forma coherente, permite generar una imagen detallada del incidente para actuar en consecuencia.

En el caso de un avión, la situación es mucho más compleja. El número de fuentes de información es notablemente menor, pues el avión viaja solo en el aire, sin nada que le rodee y sin dejar rastro —más allá del que genere el impacto—. Para contrarrestar esta falta de información, la normativa internacional obliga a todos los fabricantes y aerolíneas a montar unos dispositivos conocidos como “cajas negras”.

Las cajas negras llegaron poco después de la segunda guerra mundial. Su función es almacenar diferentes datos relacionados con el avión, como las conversaciones de los pilotos, la altura, la presión, etc. Esto permite a las aerolíneas, a los fabricantes y a las comisiones de investigación obtener una imagen más clara y detallada del transcurso de un vuelo, algo especialmente importante en caso de accidente aéreo.

Las cajas negras, a pesar de su nombre, son en realidad naranjas. La elección de este color tiene una sencilla razón: facilitar su visibilidad y las labores de búsqueda tras un accidente. Si realmente fueran de color negro, estas resultarían mucho más difíciles de encontrar y, por lo tanto, dificultarían el proceso de investigación.

cajas negras

El sistema de cajas negras está compuesto por varios componentes, los cuales están situados en puntos estratégicos del avión. Estos son los principales:

cajas negras

Ambas cajas negras están fabricadas con un claro objetivo en mente: la resistencia. De nada sirve recoger miles de parámetros en tiempo real si, cuando se produce el impacto, las cajas negras quedan destruidas y la información, obviamente, desaparece. Para evitar esta situación, las CSMU (unidades de memoria donde están realmente almacenados los datos) situadas en las cajas negras están construidas de la siguiente forma:

Para comprobar la validez de estas cajas negras, se someten a diversas pruebas previas a su instalación en un avión. Esas pruebas consisten en cargar una determinada información dentro de la memoria de la CSMU y someterla a diversas situaciones extremas como impactos de 3.400 Gs, altas temperaturas (unos 1.100 grados Celsius), inmersiones acuáticas durante varios días, etc. Si, una vez sometida a todas esas pruebas, la caja negra es capaz de devolver la misma información con la que fue cargada inicialmente, significa que puede ser montada en un avión.

Las cajas negras actuales cuestan entre $10.000 y $15.000 cada una. Y, según las diferentes normativas internacionales, estas deben ser sustituidas y/o comprobadas de forma periódica para asegurar su correcto funcionamiento. No obstante, no sería la primera vez que se encuentran aviones cuyas cajas negras no fueron reemplazadas a tiempo o se sustituyeron por modelos erróneos no compatibles con la aeronave, provocando determinados fallos de lectura y escritura.

El futuro de las cajas negras parece estar próximo a otros medios de transporte como los automóviles. No obstante, diversas compañías están investigando nuevos sistemas que reemplacen las cajas negras como las conocemos hoy en día. Algunos de ellos se basan en informaciones enviadas vía satélite a un centro base situado en la superficie terrestre, eliminando así la compleja tarea de búsqueda de las cajas negras tras un accidente.

Fuente: Hipertextual

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